Andando por la Comarca de Almendralejo

  Comarca de Almendralejo

Municipios del Partido Judicial de Almendralejo

  ÍNDICE

Aceuchal
Almendralejo
Corte de Peleas
Entrín Bajo
Nogales
Santa Marta de los Barros
Solana de los Barros
Villalba de los Barros

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    La comarca de Tierra de Barros, está situada en pleno centro de Extremadura, justamente entre las Vegas del Guadiana y las Sierras del Sur, se encuentra encuentra formada por los Partidos Judiciales de Almendralejo y Villafranca de los Barros. Al Noroeste se encuentra la Sierra de Hornachos que sirve de separación natural con la comarca de la Serena y al Suroeste las sierras de Monsalud, Salvatierra y Feria

   Tierra de Barros, se prolonga hasta el oeste llegando a los Entrines, y al este su límite es la Campiña Sur. Su paisaje predominante es el llano, donde la tierra arcillosa, de color rojizo, magnifica para el secano, da nombre a esta comarca.

   Sus elevadas temperaturas, constituyen una de las características principales del clima de Tierra de Barros, donde las lluvias aparecen en primavera y otoño.

   La escasez de lluvias, se ve compensado por el cuidado exquisito de los agricultores de esta zona que logran, así producciones de gran importancia en cultivos de secano tan característicos como la vid, los cereales y el olivar.

   Esto cultivos, son la base de sus industrias principales, especialmente la vid, dando pie a que Tierra de Barros sea uno de los territorios vinícolas más importantes de Extremadura y la Península Ibérica; como ocurre con su esmerada producción de aceites, igualmente de gran renombre.

   La arquitectura popular en Tierra de Barros tiene su mejor exponente en las casas blancas encaladas, casi en su totalidad, con una planta y el típico "doblado", utilizado como secadero para el curado de las chacinas y otros productos agrícolas. Estas edificaciones, en las zonas más rurales, poseen un corredor que unen la puerta principal con la zona de corrales posteriores, y que eran aprovechados para el paso de animales hasta las cuadras, que acostumbraban a estar al final de los edificios. 

    Al exterior las fachadas se distinguen por el predominio del muro sobre los vanos, siendo éstos escasos y de proporciones variadas, asimétricos y de disposición aleatoria. Puertas y ventanas suelen presentar atractivos recercos y chamabranas, multiplicándose otros componentes formales en las fachadas como vistosas rejerías entre poyos y guardapolvos acusadas cornisas; ostentosos cañones de chimenea sobresaliendo sobre las cubiertas, zócalos y otros adornos pintados, esgrafiados y un sinfín más, que dan origen a composiciones de enorme variedad formal y riqueza plástica.

   Numerosos son los testimonios que desde la prehistoria demuestran con creces la habitabilidad de esta comarca; pinturas rupestre en Hornachos, necrópolis prerromanas en Villafranca de los Barros, hablan ya de una predilección de los pueblos, de origen céltico, por ocupar estas tierras, habituadas ya con anterioridad por poblaciones autóctonas del oeste peninsular.

   Será sin embargo durante la dominación romana, cuando la comarca alcance su mayor florecimiento y significación histórica, perteneciendo su territorio tanto a la provincia de Lusitania como, parte de él, a la Bética andaluza, atravesándola la principal vía de comunicación romana del oeste peninsular, la denominada Vía o Ruta de la Plata.

   Hasta el siglo XIII, el mundo árabe tendrá en esta zona extremeña un territorio de considerable importancia como así lo demuestran las edificaciones de tipo defensivo militar. Paradójicamente éstas no son enclaves estratégicos a efectos bélicos, sino más bien centros de colonización para el aprovechamiento agrícola del suelo; cuestión esta que continuaría igualmente siglos después, ya cuando Tierra de Barros era territorio perteneciente a los reinos cristianos peninsulares.

    En cuanto a su dimensión histórica, la ausencia de fortalezas y castillos evidencia que en el pasado sus gentes se dedicaron al cultivo del suelo antes que a guerrear. La seguridad del territorio parece haber quedado garantizada por los bastiones que erizaban los territorios periféricos. Lo que peculiariza a este territorio es su carácter de territorio calmo sembrado de grandes poblaciones dedicadas al cultivo.

   La agricultura, el folklore y la gastronomía, nos recuerdan igualmente las influencias de esta cultura árabe con tanto arraigo entre la población.

   El ser tierras poblada por gente apacible no impidió que, con el paso de los siglos y la llegada de los reinos cristianos, de Castilla y León, estas tierras se fueran convirtiendo en auténticos territorios fronterizos y sobre todo, zonas de interés, más económico que militar, para las dos grandes potencias que intentaban alcanzar o continuar con la hegemonía del territorio peninsular.

   Así en el siglo XIII, el territorio quedó dividido bajo las jurisdicciones del Señorío de Feria y la Orden de Santiago, sin duda alguna dos de las demarcaciones jurídicas con más poder de Extremadura. La poderosa Orden de Santiago integró los pueblos de Almendralejo, Fuente del Maestre, Los Santos de Maimona, Villafranca, y otras poblaciones más; mientras que pasarían a formar parte del Señorío de Feria, posesión de los Suárez de Figueroa, Corte de Peleas, Santa Marta, Solana y Villalba.

    Puede considerarse como capital natural Almendralejo, ciudad afamada por sus vinos y aceites, y en el presente uno de los núcleos más significados y pujantes de la región. En su entorno la comarca queda definida por la existencia de grandes enclaves agrícolas de entidad demográfica muy relevante, destacados igualmente como prósperos centros de carácter acusadamente rural, ricos en producción cerealística, aceitera y vinícola, crecientemente industrializados en lo que respecta a estas especialidades. En este conjunto de poblaciones, cuyo desarrollo se patentiza en la extraordinaria evolución experimentada en las últimas décadas, resaltan en particular Villafranca de los Barros, Los Santos de Maimona y Fuente del Maestre.

    Dos son las vías de comunicación principales que atraviesan a esta comarca: La Vía de la Plata, que unía Sevilla con Mérida, pasando por Almendralejo, Villafranca de los Barros y Calzadilla y de oeste a este, la carretera que une Badajoz con Córdoba y que transcurre por Santa Marta, Los Santos y Zafra. Estos dos ejes históricos aparecen consolidados en la actualidad como la carreteras N-630 y N-432, cuya repercusión económica y en otros órdenes sobre las poblaciones de la zona y la región en general continúa siendo fundamental.

    Los platos fríos a base de tomate y pimiento como el Cojondongo y el Zorongollo, así como las migas de invierno en diferentes modalidades son las recetas más típicas de la Zona de Barros. En esta ruta son, igualmente, muy representativos los platos de caza, sobre todo de perdíz y conejo, como la perdiz a la jara y el conejo en escabeche. Se producen, también, excelentes embutidos en la zona de Hornachos. Las notas gastronómicas más significativas son, sin embargo, sus excelentes caldos, sobre todo los vinos tintos de Almendralejo, Santa Marta de los Barros y Villafranca de los Barros. Otra especialidad de la zona son los ajos de Aceuchal.

   El aceite de oliva virgen de la Tierra de Barros es apreciado por su calidad y sabor, al igual que sus vinos y alcoholes, de altísima calidad: blancos, tintos o rosados, incluso un excelente cava, así como anisados.

   El número de bodegas de la Tierra de Barros resulta muy elevado, concentrándose en esta comarca la mayoría de las más importantes de la región. Entre sus variedades se cuenta con toda la gama de los blancos, tintos y rosados en las más diversas graduaciones y bouquets, incluidos los finos y un cava que pueden codearse con los mejores de Jerez o Cataluña. En los alcoholes y anisados la tradición de Almendralejo es muy conocida.

    Las serranías y picachos facilitan la práctica deportiva de parapente y montañismo de alturas medias. No faltan las zonas destinadas a la pesca y a los deportes náuticos.

    La historia envuelve toda esta comarca laboriosa y austera, que celebra fiestas ancestrales como La Candelaria o La Santa Cruz, declaradas de interés turístico.